El escándalo de Banco de España al descubierto: ¿Acabará Fernández Ordóñez y su equipo en el banquillo?
El 14 de noviembre de 2008, cuando medio mundo se debatía ya en plena crisis,
José Luis Rodríguez Zapatero viajó a Washington para asistir a una cumbre del
G-20. La invitación se había logrado tras intensas gestiones diplomáticas y solo
después de que el francés Nicolás Sarkozy echara el resto ante Georges W. Bush
para que el simple de León –que viajó acompañado por Pedro Solbes y Javier
Vallés- pudiera asistir por primera vez a una cena en la Casa Blanca, ofrecida a
los participantes de un evento que debía “sentar las bases del futuro sistema
financiero internacional”.
A la luz de lo ocurrido después, causa
sonrojo imaginar que todavía entonces, en pleno maremoto, Zapatero y sus cuates
presumieran de tener “el sistema crediticio más sólido del mundo”. Porque de eso
iba aquel viaje: de exportar la eficacia de los servicios de Inspección
del Banco de España (BdE), del acierto de haber obligado a las
entidades a acometer reservas genéricas, y de otras tantas cosas que habían
convertido a nuestras Cajas y Bancos en una sólida isla en el mar encrespado de
las finanzas mundiales.
Lo ocurrido después es de sobra conocido: más de 50.000 millones de dinero
público invertidos en el rescate del sistema; miles de empleados a la
calle; cientos de sucursales cerradas; decenas de Cajas
desaparecidas en combate, como si se las hubiera tragado la tierra; una
Economía estrangulada por ausencia total de crédito y ajustes y más ajustes y
más gente a la calle y más recortes… en Sanidad, en Educación, en investigación,
y más dolor y más paro, porque no hay un duro para nada ni para
nadie, pero sí lo hay, sí lo ha habido, para rescatar del desastre a un
sector manejado por un puñado de privilegiados cara duras que, a la hora de la
despedida, se han forrado con indemnizaciones escandalosas, se lo han llevado
crudo ante la indiferencia del Gobierno y de la Fiscalía. ¿No hay culpables del
desastre? ¿Se van a ir de rositas los ladrones de cuello
blanco?
El buen hacer de antaño se ha ido desmontando sin prisas pero sin pausa, bajo la presión de las grandes entidades
Desde la aparición de Vozpopuli, y mucho antes en El
Confidencial (valga como botón de muestra “Zapatero en las exequias del
capitalismo”, noviembre de 2008), quien esto suscribe lleva años
denunciando la responsabilidad contraída por los responsables del BdE y, en
concreto, por su entonces gobernador, Miguel Ángel Fernández
Ordóñez, alias MAFO, como resultado de una serie de malas prácticas
que, consentidas y/o alentadas por la dirección general de Supervisión, han
conducido al desastre actual. Nada se ha movido, sin embargo, al respecto.
Siempre la sagrada ley de la omertá. Siempre el mismo
lamento: ¿será posible que vayan a irse de rositas sin sentarse en el banquillo?
De pronto, todo parece haber dado un giro copernicano esta semana con la
aparición de una nota dirigida por la Asociación de Inspectores a sus
superiores, relatando las causas que llevaron a relajar, cuando no a paralizar,
la supervisión de las entidades y desembocaron en el desastre final. Ha sido
Íñigo Barrón en El País el que ha vuelto a poner negro
sobre blanco lo que aquí se ha dicho en tantas ocasiones. Y por fin el Fiscal
General del Estado ha salido de su marasmo, para anunciar que la Fiscalía
investigará las denuncias de los inspectores. ¡Milagro!
“Disponemos de las herramientas legales para supervisar la salud de las
entidades y contamos con la tecnología adecuada para detectar prácticas de
riesgo”, cuentan dos representantes de los inspectores, acogidos al anonimato.
“Con estos ingredientes se han podido solventar con éxito otras crisis no
menores, gracias a la labor de titulados muy bien preparados, que deben superar
una oposición complicada, que están bien pagados y dispuestos a hacer su trabajo
con lealtad, dando la cara, complicándose la vida y sabiendo, en los últimos
años, que a menudo el resultado de su esfuerzo iba a terminar en el cubo de la
basura… Nuestra función de policía sirvió en tiempos de Mariano
Rubio para detectar crisis y sanear el sistema; no ha servido ahora
porque los responsables actuales han hecho caso omiso de los informes de
la Inspección y han preferido mirar hacia otro…”.
“Todo un bagaje de experiencias acumuladas durante décadas se ha echado por
la borda en los últimos años. En realidad el declive empezó con Jaime
Caruana durante la era Aznar, pero se aceleró con la
llegada de MAFO. El buen hacer de antaño se ha ido desmontando sin prisa pero
sin pausa, bajo la presión de las grandes entidades, fundamentalmente del
Santander. El problema es que los procedimientos de inspección no han estado
nunca regulados por ley, de modo que, cuando se relajan los niveles de
exigencia, los informes los firma un solo miembro del equipo y no todos, como
antes; se empiezan a suspender o aplazar inspecciones; se saca a los inspectores
de las entidades cuando se anuncia una fusión “para no molestar”… Todo eso va
preparando el camino del desastre, lo cual no quiere decir que, en
el reino de la arbitrariedad en el que vivimos, cuando los jefes
quieran ir a por una entidad le “manden los perros” sin ninguna
consideración…”.
“Vais a llevar el país a la suspensión de pagos”
“Y podía suceder que cuando llegabas con tu informe y ponías tu firma al pie
del mismo, recibieras una llamada del jefe que, en su despacho,
te pedía que cambiaras las conclusiones del mismo, porque lo
que decías allí, lo que advertías, no se podía poner por escrito, y si te
negabas te replicaba que muy bien, que tú verías, que ya harían ellos otro
informe con sus conclusiones y `no te preocupes que alguien lo firmará, otro
compañero tuyo lo hará´. Y ese alguien solía ascender y progresar, mientras tú
te quedabas tieso con tus problemas de conciencia. A principios del año pasado,
un compañero de la Asociación –que agrupa al 80% de los inspectores- espetó a
uno de esos jefes en plena bronca: “Vais a llevar al país a la
suspensión de pagos”. Ocho meses después, el presagio se convirtió en realidad.
A pesar de lo cual, a pesar de las dificultades, la mayor parte de los
compañeros se han mantenido íntegros, porque éramos conscientes de que
nos estábamos jugando los ahorros de la gente…”
“El primer responsable, naturalmente, ha sido MAFO en razón
a su cargo, un hombre que se ha entregado a los banqueros y no ha querido
molestar, porque ha preferido dedicarse a las musas y al teatro (en general a
perorar sobre la reforma laboral y otras cuestiones que no eran de su
incumbencia), y mientras ardía Roma y se complacía tocando la lira, dejaba el
poder de decisión en manos del subgobernador, Javier Aríztegui,
que ha sido quien ha manejado de verdad el BdE y lo ha
controlado a su antojo. A sus órdenes ha operado el director general de
Supervisión, Jerónimo Martínez Tello, un puesto clave en lo
ocurrido, y como tercero en discordia Pedro González, jefe del
departamento de Inspección de Cajas, un tipo muy religioso dispuesto a hacer
siempre lo que digan “los de arriba”, bajo cuya responsabilidad se ha gestado el
drama que ha llevado a la práctica desaparición de las Cajas de Ahorro.
Con estos tres se generó la burbuja. Con ellos explota, ante la
indiferencia de Fernández Ordóñez”.
El inspector quiere acabar con la práctica de que los jefes manipulen los informes a su antojo o los guarden en un cajón
“Los inspectores llevamos mucho tiempo poniendo en evidencia los
fallos del sistema. En vano. Hasta que la Asociación se hizo mayor y
empezó a coger fuerza, visitando al Ministro, acudiendo al Parlamento… Ya en
2006 dirigimos una carta a Pedro Solbes poniéndole al corriente
de las cosas que se estaban haciendo mal, carta que terminó en un cajón de su
despacho. Y todo bajo las constantes amenazas de un Aríztegui
que amaga con echar a la calle a quien se mueva e incluso abrirle una acción
penal. La filosofía de las alturas es que no se podía dejar que
decidieran los inspectores. Al final, los hechos nos han dado la razón, y por
eso es preciso que los procedimientos de inspección estén regulados por Ley, que
se exija la firma del equipo inspector al pie del correspondiente informe,
porque la salud del sistema depende de la calidad e independencia del mismo, de
modo que los informes firmados se eleven a la Comisión Ejecutiva para que allí
puedan adoptar una decisión fundamentada”.
“Y es necesario que se fije un plan plurianual de inspecciones, anual
en el caso de las entidades de mayor riesgo; y que se abra una vía
legal para que podamos poner en conocimiento del juez aquellas operaciones con
indicios delictivos con las que tropezamos en las entidades, como ocurrió con
Bankia; y que los jefes no puedan cambiar a los inspectores de un
equipo cuando lo pide el banquero de turno; y que los informes, repito, vayan
firmados y tengan existencia jurídica plena, no sean meros documentos
Word sin firma electrónica. En definitiva, queremos acabar con la
práctica de que los jefes manipulen los informes a su antojo o los
guarden en un cajón, porque, como además no quieren asumir responsabilidad
alguna, pretenden que firmemos lo que ellos digan y, si nos negamos, pues va sin
firma, como ha venido pasando últimamente”.
Susto en el Banco de España con el juez Andreu
“Todo esto y mucho más ha alcanzado cotas de esperpento en el caso de
Bankia. Tras la querella interpuesta por UPyD, el juez Fernando
Andreu reclamó al BdE la información disponible. Alarma total en
Cibeles. Pedro González llama de urgencia a los responsables de esa
inspección y les dice que tienen que cambiar los informes de los últimos tres
años en el sentido que él diga. Como los aludidos le hicieran la
peineta, González acude a la Asesoría Jurídica para ver qué se puede hacer,
porque lo que no pueden es contar la verdad. Pasados unos días de frenesí, los
jurídicos creen haber dado con la tecla: se trata de poner en cada informe el
sello “Borrador sujeto a cambios”… Y ello tres años después, y después de que la
entidad haya llevado a España al borde del abismo, y se le hayan inyectado miles
de millones de euros… Y cosas tan escandalosas o más han ocurrido en la
CAM, donde miembros del equipo que la inspeccionó advirtieron al jefe
del Grupo I, Ángel Rico, hoy querellado, que “allí había
delito”, sin que el susodicho lo denunciara… Por no hablar de la labor
escandalosa de los auditores externos”.
MAFO se ha defendido del escándalo con una carta amenazante a El
País este miércoles en la que afirma sin rubor que “La acusación al BdE es
gravísima (…) y va más allá de la injustificable e injustificada campaña de
desprestigio de la institución que se lanzó a primeros del mes de mayo del
pasado año para, en mi opinión, ocultar las consecuencias de una errónea gestión
de la crisis de Bankia”. Es el mismo jeta que, en la primavera pasada,
y como desde el Gobierno le llamaran un día pidiendo explicaciones, muy
alarmados después de que los hombres de la troika de visita en Madrid
advirtieran de que el agujero de Bankia era de tal calibre que España tenía que
pedir ya mismo el rescate financiero, respondió de esta guisa:
-Pero, ¿de qué cifra están hablando?
-Pues de no menos de 20.000 millones!
-¡Pero qué barbaridad… ni que estuvieran borrachos. Tranquilo, hombre,
tranquilo, que eso no es así en absoluto…!
Al frente del Banco de España está ahora Luis Linde, un
hombre puesto por Luis de Guindos que, como ocurriera en su día
con MAFO, ni siente ni padece. Eso sí, el gachó apunta maneras: ha prohibido los
extratipos, ha decretado el fin de la guerra del pasivo. Se acabó la
competencia. Acollonante. Con gente tan liberal como ésta al
frente de las instituciones, ¿para qué necesitamos un Gobierno de izquierdas?
Aríztegui y Tello son ahora asesores del nuevo subgobernador, Fernando
Restoy –que, como es norma en la casa, es quien corta el bacalao-, es
decir, que están en su despacho leyendo la prensa, eso sí con chófer, secretaria
y demás familia. La esperanza, ahora, se llama Eduardo Torres-Dulce:
¿Está de verdad la Fiscalía decidida a abrir una investigación seria
sobre lo ocurrido en el antiguo banco emisor? ¿Pagarán sus culpas los
gestores de bancos y cajas que han llevado al país al desastre
financiero, y los mandos del BdE que lo permitieron? Rematan los
inspectores: “Están muy acojonados, porque han prevaricado
todos…”
qué fuerte! Vaya paisanaje que tenemos...esto no tiene fin! Hace falta una revolución! CM
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