Y ahora, ¿qué?
Pilar García de la Granja
Bankia
Bankia ya no cotiza en el Ibex 35. Su último día como componente del
selectivo español se dejó un 19,5%. Desplome en toda regla para una entidad
financiera que nació de las presiones políticas y ha terminado como el rosario
de la aurora. La fusión fría de siete cajas de ahorros, lideradas por Caja
Madrid, es ahora una patata caliente. Y lo es no solo por las preferentes sino
porque los accionistas de la entidad, esos que compraron acciones corrientes y
molientes, fueron estafados. Para que una entidad financiera salga a cotizar a
bolsa hacen falta tres requisitos básicos: el primero, una auditoría fiel que dé
fe de los activos y pasivos de la entidad. En segundo lugar la aprobación por
parte del Banco de España de que esas cuentas de la entidad son como dice la
auditora y sus inspectores que son; y la tercera, que la CNMV dé el visto bueno
al folleto de colocación. Bankia se estrenó en bolsa tras aprobar los test de
solvencia/estrés de Miguel Ángel Fernández Ordóñez con una nota del 5,4.
El 19 de Julio del 2011, Bankia salía cotizar a bolsa con un descuento del
15% sobre el precio comunicado en el folleto aprobado por la CNMV. El objetivo
era captar 3.000 millones de euros con la OPV. Según su auditora,
Deloitte, la encargada de visar las cuentas de Bankia (hasta en dos
ocasiones en 2011), pero sobre todo de cara a la salida a bolsa, el
patrimonio de Bankia era de 12.000 millones de euros. Seis meses después de
la salida a bolsa, resulta que Deloitte detecta un desfase en las cuentas de la
matriz de Bankia de 3.500 millones de euros. Lo que no contaba entonces Deloitte
es que su relación con Rato se había roto, cuando el ex presidente de Bankia
descubrió que Deloitte había dado por buenas, sin salvedad ninguna, las cuentas
del Banco de Valencia (que ha terminado en manos de la Caixa por un euro, tras
sanear el contribuyente español la entidad con 8.000 millones de euros).
Diez meses después de la salida a bolsa de Bankia, Rato dimite, y su
nuevo presidente ejecutivo Goirigolzarri anuncia que la entidad necesita
15.000 millones de euros. Para entonces, los accionistas en bolsa habían
perdido prácticamente un 80% de su inversión. La semana pasada, un año y
medio después del “lío”, resulta que el agujero de BFA, la matriz de Bankia, es
de 10.444 millones de euros de los que 4.500 provienen de Bankia. Brutal. Es
más, para recibir el dinero del FROB, los accionistas minoritarios perderán
prácticamente lo invertido, porque las condiciones aceptadas en el MoU,
explicitan que los inversores privados son los primeros que hacen frente a las
pérdidas. Y aquí tenemos una nueva guerra, la guerra de los accionistas de
Bankia, que se suma a la de los accionistas en preferentes de Bankia.
¿Y por qué?: pues porque las cuentas con las que salió a cotizar Bankia eran
falsas, como se ha demostrado con los resultados y las auditorías posteriores.
Ni el valor que decían, era el valor real, ni sus activos estaban bien
auditados, y en donde decían que ganaban dinero resulta que lo perdían. Es
decir, que la entidad, la auditora, el Banco de España, la CNMV todos fallaron
en la supervisión de las cuentas de Bankia. Se le piden responsabilidades a
Rodrigo Rato, y las tiene. ¿Y el resto? ¿dónde están los supervisores, los
auditores, los inventores de las SI´s? ¿Dónde están todos los que cobraron
por hacer informes de “viabilidad”, por asesorar en las operaciones? ¿Donde
están los responsables de los gabinetes jurídicos-Bufetes de abogados privados
de gran prestigio, los responsables de la CNMV, del Banco de España, del
Gobierno que creó el FROB? ¿Qué responsabilidad tiene el “sistema” político en
todo esto? Por todo ello los accionistas minoritarios –que creían en el sistema,
que creían imposible que su director de sucursal, que los bancos de inversión,
que los bancos colocadores, que las auditoras, que las instituciones– pudieran
engañarles en la inversión de sus ahorros, no tienen que ser los paganini
de ésta operación mediática, que pretendía salvar la cara a unas fusiones frías
que fueron, en su gran mayoría, una gran chapuza nacional.
Firma: Pilar García de la Granja
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