Bullying..., mobbing..., o lo que es lo mismo: acosar, intimidar, tiranizar a una víctima que se siente incapaz de defenderse en un entorno que conoce las agresiones y, sin embargo, guarda silencio.
"Se metían con ella”
La Justicia investiga el suicidio de una menor ecuatoriana en Ciudad Real. La familia denuncia que sufría acoso en el autobús y en el centro escolar
Una tumba recién sellada, un escalofrío de dolor, consternación a raudales. Y también, una capa de incredulidad ante el espejo que devuelve una cara nada amable. ¿Acoso escolar en este instituto tan prestigioso?, ¿cómo iban a haber hecho eso nuestros hijos? El suicidio de una adolescente ecuatoriana de 16 años, Mónica J., fallecida el pasado martes tras casi cinco días en la UCI, ha revuelto el ambiente de Ciudad Real. La familia de la chica asegura que sufría vejaciones en el centro Maestro Juan de Ávila y en el autobús escolar que la trasladaba desde su pueblo, Torralba de Calatrava. En ambos escenarios hay quien lo corrobora y quien lo niega. La justicia, la Guardia Civil y la Consejería de Educación investigan lo ocurrido. Van con pies de plomo.
“En el transporte, no le querían dejar un asiento y, cuando había alguno
disponible, venía una chica y ponía su mochila para que mi hija fuera de pie”,
ha asegurado el padre de Mónica, Juan Jaramillo, a la cadena SER. Un testimonio
que apuntalan varios alumnos al bajar del autobús que los trae de Torralba.
“Casi todos le decían que no se podía sentar con ellos y algunos incluso ponían
la mochila en el asiento vacío. A veces, Mónica tenía que venirse en el coche de
línea. Algunos se metían con ella porque no era muy sociable y porque era de
otro país. Le decían mona, y no por guapa”, coinciden.
“A veces, el conductor tenía que intervenir para que Mónica pudiera viajar
sentada y, aun así, a veces le hacían levantarse cuando el chófer ya estaba
conduciendo”, prosiguen antes de traspasar la puerta del instituto. “No notamos
que nadie se metiera con ella”, contraponen otros pasajeros. El director del
centro interrumpe la conversación y ordena entrar a los estudiantes de Torralba.
“Estamos consternados. Guardamos silencio porque la Consejería de Educación
tiene que recabar los datos y tomar una decisión”, se limita a decir.
¿Qué relata el conductor que traslada a los chicos los 16 kilómetros entre el
pueblo y la capital? “No observé nada y, por lo que cuentan mis compañeros,
ellos tampoco. Siempre iba sola y sentada, pero apenas venía al colegio”, afirma
Julio Javier Gutiérrez, chófer del autobús en el que regresan los escolares a
Torralba sin supervisión de otro adulto —este curso se ha suspendido esa
vigilancia—. “Los chicos son estupendos”, asegura tras recordar que Mónica,
alumna de segundo de la ESO, apenas iba a clase.
Las faltas —15 solo en octubre, mes en el que prácticamente no pisó el
centro—, provocaron que el instituto se pusiera en contacto con la familia en
dos ocasiones. Los docentes la consideraban una chica solitaria, con
dificultades de integración pese a los esfuerzos que realizaban, quizá
enfermiza, pero nada más. Una idea que el padre tira por tierra: “En muchas
ocasiones mi hija quería entrar al baño, se ponían una o dos chicas en la puerta
y no la dejaban pasar”, ha dicho. Pasaba los recreos sola, asegura un alumno:
“Nadie quería juntarse con ella”. La familia ha definido a Mónica como una chica
“débil y frágil”.
La alerta solo saltó entre los responsables del instituto el miércoles día 7,
según distintas fuentes. El padre de la chica acudió al Maestro Juan de Ávila a
raíz de la segunda llamada del centro, aseguran varios interlocutores. Denunció
ante el jefe de estudios la situación de Mónica, a tenor de la consejería. El
orientador se reunió ese mismo día con la chica, quien dijo que dos compañeros
la incomodaban en clase, según esa fuente oficial. Este profesional se reunió
inmediatamente con los supuestos hostigadores y sus padres. Llegó a la
conclusión de que “no existía un caso reiterado y continuo de acoso entre
iguales”, ha manifestado el consejero de Educación, Marcial Marín. A la chica se
le ofreció cambiar de clase —no de centro, medida prevista solo cuando se
considera fehaciente el acoso reiterado—. Dos días después, el viernes día 9,
Mónica decidió que no merecía la pena vivir. La encontraron aún con vida. Se le
apagó el martes siguiente en el hospital General. Sus órganos donados deberían
de vivir ya en otros cuerpos.
La iglesia de Torralba (3.100 habitantes) se colmó el miércoles: era el
funeral de Mónica. “El pueblo se ha volcado con la familia. Ahora el juzgado
debe esclarecer los hechos”, asegura la alcaldesa, María Teresa González (PSOE).
En eso está la titular del Juzgado de Instrucción número 5, responsable de las
diligencias abiertas desde el intento de suicidio. El padre ha declarado ante
ella que la chica sufría acoso tanto en el autobús como en el centro, pero no ha
dado nombres.
“Tenenos que esclarecer las causas y circunstancias de la muerte de una menor
sin ningún prejuicio”, asegura el fiscal jefe, Jesús Caballero Klink. Ni él ni
el responsable de menores tienen constancia de que la chica hubiera dejado algún
escrito sobre los motivos para quitarse la vida. “Investigaremos con rigor. Si
hay que tomar declaración a 20 menores o a todo el claustro de profesores, se
hace, pero antes hay que esclarecer las circunstancias”, plantea Caballero.
La Consejería de Educación analiza lo ocurrido en busca de posibles
responsabilidades en su ámbito. Este periódico intentó ayer, sin éxito, conocer
si hay avances en su investigación. Por su parte, la Asociación de Madres y
Padres del Maestro Juan de Ávila lamenta lo ocurrido y muestra su apoyo a la
familia Jaramillo. Al tiempo, cierra filas en defensa del centro —el más antiguo
de la provincia, cuyo ambiente de convivencia considera “normal”— y apoya a los
docentes. También denuncia “un juicio paralelo” al instituto, de 800
estudiantes.
El jueves, en el patio, los alumnos guardaban un minuto de silencio por
Mónica. La familia Jaramillo había abandonado al menos por unos días el pueblo
donde se instaló hace cuatro años. Allí, el padre trabajaba sobre todo en el
campo —ahora está en paro— y la madre cuidaba a dos personas mayores. Una pareja
de inmigrantes humildes que criaba a sus cinco hijos. Ahora solo tienen
cuatro.
"Me niego a creer que entre todos no podamos cambiar ciertas cosas" (Bullying)
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